Quienes me conocen saben que durante mis sesiones doy mucha importancia a los Nodos Lunares presentes en cada carta natal.
Los Nodos de la Luna son dos puntos astronómicos en los que ocurre la intersección de la órbita lunar con la eclíptica solar.
Desde el punto de vista astrológico, los Nodos Lunares están asociados con la misión del alma y con el conjunto de experiencias ya vividas en otras existencias.
En la Astrología Védica y en el Yoga, el Nodo Norte representa el Dharma, el Nodo Sur el Karma.
Eso es… sigamos con «carma»…
Según mi visión, el Karma y el Dharma son dos conceptos primordiales escritos, interpretados y reescritos con el objetivo de hacer sentir culpable al ser humano. Te sientes tan culpable a tal punto que dices: “Qué voy a hacer, ¡es mi karma!”.
Esta afirmación se declama muy a menudo con victimismo y pasividad, no con responsabilidad. Hacerte preguntas sobre cómo puedes crear tu Dharma, en lugar de quedarte atado a tu Karma, te permite desarrollar tu «capacidad innata de ir más allá».
Kary Mullis, premio Nobel de la química que revolucionó el mundo de la genética, dijo un día: “¡Tienes que ser capaz de ver más allá de tu nariz y distinguir tu culo de un agujero en el suelo!”.
Sin acción no hay creación.
En sánscrito, de hecho, el término «karman» significa «acción» y su concepción ya se menciona en los trece Upaniṣhad védicos que remontan al siglo VIII a.C. Acción, no castigo, como ha sido enseñado y transmitido por las diferentes filosofías y doctrinas religiosas a lo largo de los siglos.
A través de mis estudios y sobre todo gracias a mi experiencia personal, he podido observar que el Karma y el Dharma no son más que la mecánica cósmica a través de la cual la conciencia unificada se manifiesta en sus ciclos naturales. Se trata de movimientos naturales, un lenguaje cíclico generacional.
Conocer tus Nodos Lunares te permite descubrir dos caminos: él de dónde vienes y él hacia donde vas.